Copiado del sitio web yorokobu.es
No
hay un tiempo concreto para mirar a lo que nos rodea. La percepción del
entorno, de lo que lo mueve o de lo que lo condiciona, es una actividad
cotidiana de consecuencias no siempre optimistas. El ilustrador
mexicano The No Name Kid (a.k.a. César Flores) se alimenta en su trabajo del “sinsentido que yace dentro de la actual sociedad”.
Cuenta sólo con 23 años y ya parece harto de lo oscuro que subyace
bajo las alfombras de todo entorno social. Confiesa que se inspira en
muchas cosas que hemos escuchado antes: grafiti, literatura, arte y sus
propias experiencias personales. Pero también se ve empujado por la
psicología social en una “búsqueda que se basa en encontrar nuevos
sentimientos y sensaciones. El objetivo es hallar la manera de
mezclarlos con el contexto social actual, generando nuevos matices que
logren adherirse a la obra y así complementarla. Es como agregar un
nuevo color a la paleta”, explica.
A pesar de que ha pasado la vida rodeado de papeles y lápices, dice
que siente que su carrera aún no ha empezado. No sabe qué le impulsó a
comenzar a dibujar. “Lo único que puedo decir es que estoy feliz de que
sea esto lo que hago. Si otros factores me hubiesen obligado a
desempeñar una profesión diferente, de una forma u otra habría terminado
haciendo lo mismo que ahora”, señala.
Con esa actitud, sus pinceles saltan de un estilo a otro y se
adivinan influencias del anime, de la iconografía religiosa de su país o
trazos que se asemejan al trabajo de creadores como Banksy u Óscar
Llorens.
Como él mismo explica, tiene todo el tiempo por delante para escoger
su camino formal. Mala uva e hipocresía en el mundo no le va a faltar.
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